5.31.2011

Tarde de perros

La revolución quita el hambre. En alerta todos los espíritus libres. Cerebros con diarrea de acción y mientras, la prosa se paraliza.  Imposible domar las manos en el teclado. No hay palabras cuando tu cuerpo está a punto de sublevarse, no hay. Al menos durante unos días. Parecía un microcosmos haberse puesto a la cabeza del mundo entero. Parecía que acompañaba al movimiento de la tierra ganando al Tiempo arrollador. Sólo un Sol abrasador podía hacer llegar el calor a los huesos. Insuficiente para los románticos el juego del fuego lento. Las ideas han follado y están tomando la calle.

 Pero fuera de la euforia, siguen los hombres solos. Es por eso que el espectáculo debe continuar.

Las noches que dan paso al verano se llenan de ángeles caídos. Y sin saber qué es lo que les ha hecho venir, si el calor, la música, o la soledad que hasta en ellos habita desquiciada, comienzan las preguntas. El caos visita mi cama. Nos saludamos con la misma sonrisa de siempre, viejos amigos suicidas. Sorprende con qué facilidad encontramos ternura en la destrucción. Bragas rotas y pies sucios. Vieja loba, almohada de angustia y resaca de ron. Llueve ceniza, y te conozco menos que ayer.

Y siguen las preguntas que perturban,  seducen, envenenan. Se siguen ansia y parálisis. ¿A qué huele el desasosiego? Supongo que a flores secas. Es una eternidad sin palabras, sin poesía oscura que haga de tu piel una hoguera. Un trovador sin lengua, o sin amante a la que agarrar del pelo. Soy yo ahogada en estos días interminables en los que la lluvia no te trae recuerdos a los que cantar. Quizás se nos haya olvidado cómo nadar en la tormenta.

5.14.2011

Amor a veces

    A veces te echo de menos- mierda
a veces te espero
a veces busco tu piel, como antes solía
 compás brutal y primitivo, como antes solía
sedienta de la tranquilidad que nunca me diste

A veces te quiero intransigente
 devoro en arrebato
a veces soy fuego al olor de tu sombra

En noches eternas como esta te comprendo en placer solitario
vestida en mis brazos vueles a vencer

A veces tu mirada amenazante me inquieta en su ausencia
 perdida en tu sonrisa agria
y en su anhelo constante de inexistencia

Tú, viento, a veces volvería a ser
sólo porque me envolvieras con tu aliento de peste y gozo
recordar aquella puta delirante y retorcerme de placer
y retorcerme de dolor

A veces retorno a la herida consciente
para saber que fuiste real
para que vuelvas a hacer de mí marea implacable de petroleros
siempre inquieta

A penas te vi aquella mañana de mayo

El resto del Tiempo te canto al odio,
deseo sincera tu muerte de ideas, amor

5.07.2011

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Imposible, qué palabra tan atractiva y destructora. Encierra una voluntad creadora de la que no puedo despegarme, ni quiero. Soy anhelo de la imposibilidad constante. Un ventanal de madera y vidrio. Madera pintada en azul húmedo e infestada por un ejército de termitas sigilosas. Vidrio frágil, tan fino que se estremece en cada sonido, expectante de vida sombría y poderosa. Una ventana a punto de estallar y ser balcón infinito, en cada momento, hacer añicos las caras de sonrisa hipócrita. Sin duda soy esa palabra trágica, tempestad dionisíaca. Fuego que nunca duerme, sexo furtivo. Espíritu grandilocuente alienado por el miedo, revolución de otoño sumergida en la inacción. Pretérito, condicional, futuro imperfecto. Una muñeca de papel contra el muro de acero, el de las verdades corrosivas, el de la vergüenza.
Todo ese embuste de los frascos pequeños... Nunca me gustó el perfume, prefiero el hedor a humanidad compleja. Mientras, la tierra es infestada por calles, de nosotros, de mentiras transgénicas. Avocados a la náusea asfixiante algunos pataleamos, como el cerdo un instante antes de su muerte productiva, alimenticia.
Pero si nos aferramos a este escenario de decorado industrial con garras guerreras es por la certeza de que lo bueno se esconde tras las luces de neón. A veces me resulta elitista el romanticismo de recrearse en la angustia, pero es inevitable ante la naturaleza muerta. El buen salvaje se ha convertido entonces en una especie de psicópata que reniega de su jaula de bronce.
La contradicción está servida, y atraganta.