1.11.2011

Oremos

A veces me gustaría rezar. Cuando veo miradas perdidas, y carteras llenas, y no tan llenas. Cuando me quedo paralizada ante la soledad fortuita de las ideas. Cuando la clarividencia de nuestro futuro guiado no puede de ninguna de las maneras maquillarse, querría dirigirme a Dios, a pesar de no conocernos. Ateísmo o agnosticismo se hacen insuficientes en los momentos en que parece perdido el combate contra la injusticia, que cada vez se nos presenta con más naturalidad. Entonces sólo puede ofrecer consuelo el dejarse llevar por la oración, a gritos. Gritos ahogados por susurros que denotan una imprescindible intimidad. Pedir por la luz, unidad y libertad. O mejor pedir por un poco de suerte...

Pero un instante antes de rendirte al amparo ontológico, el cual no parece materializarse nunca, te compadeces. ¡Y éramos su finalidad! ¡Y somos la mierda cantante y danzante del mundo!
Ahora no cabe duda, también está llorando

2 comentarios:

  1. Tengo una conversación para con su Tyler Durden particular, pero mientras tanto, como siempre leerte es simplemente genial.

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