Queridos muertos (de miedo), es hora de hablar:
Es hora de decir lo siento. Siento no someterme. Siento que mi alma libre se subleve. Siento ser fiel a la esencia que perdiste hace tiempo. Justo ahora. Ya casi se me había olvidado. ¿Es victoria o derrota lograr eludirlo durante un momento? Vuelves a darte cuenta de la ilusoria verdad que te hacen fumar. Y tus pulmones putrefactos
Tu cuerpo ha perdido peso y andas ligero, burlón de los que tratan de asfixiarte. Garras de bestia. Aplastas los crueles corazones de esos pobres diablos. Te mueves en el vértice de la ola, retorciéndote en su espuma. Espuma de edredón sudado de amor. Casi bailas. A cada paso se ríen tus huesos.
Joder, un pequeño toque te recuerda que sigues con la corona de espinas, al cuello. Bastardos del mal, os devoraría si pudiera. Prendería fuego a vuestros cimientos de papel. Ahora quiero arrancaros una a una vuestras sucias ambiciones. Dejaros desnudos y helados. Más helados de lo que están ya vuestras manos, manchadas de sangre. Quiero arrojaros al mar de la conciencia, hogar profundo y escarpado. Sólo así vuestros ojos verán: Que las flores decrecen en el Valle de estiércol.
Ahora te daré caza. Sí, a ti, careta amable. Pienso despojarte de tu trono y tu reino. Pienso salvarte.
Dicen que en el amor y en la guerra todo vale, ¿Que vale entonces en la guerra del amor? -Supongo que esto sí. Me acecha nítido el horizonte en el que esta batalla es necesaria de derrota para ganar la guerra.
Dicen que el hombre maduro aspira a vivir humildemente sus ideales. Pues viviré humilde, y leal. Viviré generosa del pueblo libertario, canto infinito. Viviré eternamente. Y viviré cien veces esquivando las muertes cotidianas. Me llevaré las mentiras por delante, en atropello mortal. Viviré. Y no derrocharé ni un segundo en perpetuar la organización del mal. Pariré hijos de la revolución, alma negra y corazón esponjoso. Semilla primitiva. Cuando hayas muerto, cuando te contemples, serás escarcha. Cuando yo viva eternamente, en la Luna, eternamente, en la naturaleza que tantas veces mataste. Tus intentos, ladrón del tiempo, habrán sido en vano. Dueño (de la nada) autoritario- ¿Sabes acaso que no se puede encarcelar a un animal?. Quiero que algo te quede claro: De nada servirá tu cultura del miedo frente a las barricadas de palabras.
Sólo cuando enseñes vida seguiré tus pasos