No te encuentro en la noche adormecido
no veo los árboles bailar al estío.
La luz no es luz, porque se ha perdido
ausencia que late escarcha hasta la punta de los pies
No veo el gran óleo aborigen
mariposas de luto se cuelan en mi cuarto,
un imperio de alas sedadas
que cambiarían tres soles de verano
por cincuenta años de estaciones enfermizas
Me derrito, pues no es suficiente el sueño
flotando a la deriva de un mar embalsamado
Yo quiero ser tormenta y sumergirme
hasta lo más profundo del despertar, pesadillas
de carne y hueso, poesía
Pues de qué sirve una aspiración volátil
sino te hace tropezar en el camino más torcido
Parecen hoy las ideas juguetes de polvo a la espera
de un niño que comience la partida,
un hombre pobre con demasiado dinero, un mendigo
dos viejos conocidos que no saben, de qué hablar
La distancia entre pensamiento y tierra se torna
un abismo, amantes suicidas en el reflujo de la noche furtiva
Las agujas del tiempo alcanzan directas las calles vaciadas
de sentir grave, como flechas de indios. Salvajes
Aunque a lo lejos
un pirata tuerto avista huevos
huevos que agonizan parturientos, a lo lejos
Mientras soy,
dos ojos
un reflejo tenue y lunar
una roca que corona un acantilado que corona el mundo