Como dientes que chirrían, uñas rasgando pizarras y cubiertos cortando platos. Una mano que acaricia un suelo arenoso y un caballo a punto de desbocarse. Polvo, ácaros en tu nariz y tus ojos. Encías y muelas pasadas por el frío. Como las cucarachas de verano y las ratas de ciudad. El zumbido de un mosquito que acecha tu oído, y que puede meterse en tu cerebro. Un puente alto del que te vas a caer, aunque él seguirá en pie. Como el olor de un pesticida y su sabor amargo. Piojos y liendres de piojo en tu cabeza. Pelos en la ducha y en el cepillo. Una muerte que persigue pero no alcanza, por no ser presa fresca.
Molesto.
Más molesto aún, pues sabes de su irremediable presencia.
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Ladridos