Ya se había convertido en una rutina. Las malas costumbres son las más difíciles de dejar, sobre todo cuando te resistes. Victoria ahogaba sus lágrimas en la ducha al despertarse, las escondía entre las páginas durante el día y se las tragaba en la cama cuando se acostaba. El colchón de piedra, las sábanas de cartón y la almohada de plomo le ayudaban. También lo hacía una ventana que seguía abierta, por ver un arco iris en medio de la noche. Su vida giraba al rededor de una tragedia griega, en la que el destino era inevitable, y todos lo sabían desde el primer acto. La realidad de Victoria estaba construida a base de derrotas. Buscaba la pérdida irremediable. La encontraba siempre, aunque no con facilidad.
A la mierda con Victoria, qué cansancio!
Estaba tan metida en la lectura que me he tronchado de risa con la despedida jjjjya sabes me encanta
ResponderEliminarmaaaaa