Hace unos días fue mi cumpleaños. Antes este tipo de fechas solían deprimirme, pero cuanto más claras tengo las ideas, más felices me hacen.
Por la noche, a eso de las once y media, fui con las amigas de siempre, al bar de siempre. Hacía como un año que no nos reuníamos todas. Mis mejores compañeras. Por su puesto alguna de nosotras pasó por los avatares del bailarín, del cual estoy segura viene de otro planeta, como mínimo, roturas de cervezas, y "cocos" llenos de personajes de lo más variado. Y sobre todo risas. Muchas risas. Una de esas cosas que hacen que merezca la pena.
Pero si algo he de mencionar en especial es un regalo. Ale-Hop volvió a ser uno de los recursos mejor empleados en la historia de los cumpleaños. Como seguramente habrán deducido, los siempre inteligentísimos lectores, esta vez mi presente fue un Jardín Zen. Uno de esos en los que paralizas el tiempo y la intención con la que ibas a la tienda (comprar un regalo a alguien) para pasear el rastrillito por la arena. Cómo me gustan ese sonido y tacto. Siempre he tenido debilidad por ese tipo de miniaturas, mi madre lo odia. La cuestión es que jamás te comprarás ese jardín, por mucho tiempo que pases embobado frente a la estantería. Nunca tendrás un Jardín Zen del Ale-Hop a no se que te lo regalen
¿Puede un objeto engendrado por la superproducción de este nuestro sistema cumplir sus funciones y virtudes milenarias orientales?
A la mañana siguiente "planté" dicho jardín en la mesa de mi habitación. Fue lo primero que hice nada más levantarme, que no despertarme. A partir de ese momento casi todos los días paso unos minutos, no tantos como me gustaría, acariciando la arena con el rastrillo mientras escucho algo de música..
En nuestros días pasamos la mayoría del tiempo jugando con lo que tenemos, desordenándolo, recolocándolo, recomponiéndolo y volviéndolo a poner patas arriba. Por mucho que nos empeñemos en negarlo, somos animales, y en la naturaleza no existe el caos, es por eso el sin-sentido que encontramos a nuestra existencia. Por la aceptación del caos impuesto y organizado hemos llegado a este punto: el estilo de vida ausente, dormido.
Todas esas maneras en las que tratamos nuestro jardin, todos esos puntos de vista desde los que lo miramos son lo que definen lo que queremos.
Al final de mi actividad, siempre dejo el jardincito ordenado, equilibrado.
En paz
Maldito jardín zen. Ha desbancado a mi pompón.
ResponderEliminarFue largo el paseo pero al final el jardin zen fue nuestro, y no creas que fue facil elegirlo! :)
ResponderEliminarme alegro que te gustase, y nosotras nos encargaremos de darte esos caprichitos que sabemos que no te compraras.
El año que viene, el reloj...el que va :)
tequiero
Quiero un jardín Zen *_* Sí, yo también formo parte de la normalidad, y soy de las que se quedan mirandolo en la estantería y no lo compro nunca.
ResponderEliminarRespondiendo a lo que me has comentado en el blog, estoy totalmente de acuerdo contigo. Rajoy es una marioneta -Y todos sabemos de quien, Soraya,cof, Espe,cof!etc.- pero eso no hace que sea menos lerdo...si no más, xD.
Un beso ^^ te sigo =)
un para mi cumple jjjjj lo quiero de los grandecitos..
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